Madrid, 18 noviembre 2020 Había tenido la oportunidad de incorporarme al proyecto del centro comercial de La Vaguada algún tiempo antes, a través de la ingeniería, en la tramitación de licencias y el posterior desarrollo de los primeros proyectos de ejecución, cuando la sociedad promotora anunció, marzo de 1981, el fichaje, para tomar el relevo de los directivos franceses que habían estado hasta entonces al frente del proyecto, de un joven técnico español, Juan Thomas de Antonio. El objetivo de españolizar el proyecto tomaba por fin cara y ojos. En un contexto político complicado, con dudas de la nueva administración municipal sobre el futuro del centro, Juan supo negociar, de la mano de la aportación creativa de César Manrique, el arranque definitivo de la construcción. Demostró talento y pericia, navegando con éxito un proceso novedosísimo de comercialización en alquiler, y pilotando eficazmente, con plazos arriesgados y presupuestos al límite, su desarrollo completo para llegar a la inauguración en octubre de 1983. Una extraordinaria experiencia personal y profesional para los que tuvimos la suerte de estar allí. Mi admiración hacia su figura adquirió otra dimensión superior cuando, una vez hubo asumido el rol y riesgo de promotor, le vimos en los años siguientes aplicar experiencia y relaciones en sus primeros pinitos, en Plaza de Andalucía, un clon de Vaguada a escala reducida, y después en Parque Sur, repitiendo la dupla Alcampo Galerías, a la que añadió un miniparque de atracciones. Le recuerdo en aquellos años de crecimiento y consolidación de la Asociación Española de Centros Comerciales, forjando un perfil personal visionario y poco convencional, algo apartado de los circuitos asociativos. Pero sabiendo construir con tenacidad una muy brillante trayectoria que le llevaría, después de Parque Sur, a desarrollar Bahía Sur, Parque Corredor, o Parque Astur. Centros en los que supo equilibrar muy bien aportaciones novedosas en configuración y diseño con un seguimiento respetuoso de los esquemas comerciales más canónicos. Fue en 1996 cuando aceptó mi invitación a formar parte del Jurado de Premios del Congreso de la AECC celebrado en Barcelona, con los admirados José Antonio Arenas, José Ángel Rodrigo, Ramón Reñón o Carmen Almagro. Las reuniones y visitas a candidatos que hicimos en aquellas semanas nos descubrieron, creo que a todos, un perfil amable, sensato, y yo diría bondadoso, en el análisis profesional próximo y sosegado de los proyectos de otros promotores. Me gusta recordar a Juan en esta triple faceta. La de director de orquesta ilusionante y motivador que en La Vaguada consiguió extraer lo mejor de los equipos que le rodean. La de empresario decidido, que tiene una visión, un afán promotor, y que, actuando en consecuencia, decide asumir todos los riesgos que conlleva. Y, por fin, la de hombre reflexivo, de perfil próximo y conocimiento cabal, que nos demostró en aquellos días de Jurado. Ya no tuve ocasión de verle después, salvo con motivo de los aniversarios de la Vaguada, donde él seguía suscitando respeto y admiración de unos equipos humanos, los 80 de los 80, que él había sabido tan bien liderar. Y, ya en sus últimos meses, cuando, sumido en el sufrimiento físico, y dolencias de todo tipo, supo vivir con una resignación y un espíritu positivo admirables, que nos quedan hoy como lección de vida para los que tuvimos la fortuna de tratarle. Descanse en paz
Madrid, 28 septiembre 2019 Vengo de la última inauguración del sector de centros comerciales en España. Y, francamente, es inevitable expresar un gran sentimiento de satisfacción. No ya la que te puede inspirar comprobar una vez más la gran profesionalidad de Lar España y sus equipos, incluyendo L35 al frente de la arquitectura, y Gentalia en los mandos de la comercialización y la gestión. Es algo más, es la satisfacción por pensar que un sector como el nuestro, afectado por vientos que no quisiéramos sentir, ha dado ayer, dará mañana, con la apertura de sus puertas al público, una bocanada de aire fresco, de innovación y de buen criterio con Lagoh. Su concepto básico creo es impecable. Dos plantas, mol amplio longitudinal, largo y de gran altura, iluminación lateral en un país muy caluroso, anclas impecables, Primark (tendremos un día que evaluar cuanto nos está aportando esta cadena a la industria aceptando posiciones laterales como, los antiguos grandes almacenes) en uno, y la pareja Mercadona MediaMarkt (¿que sería del crecimiento de nuestro sector sin estos dos protagonistas?) en el otro. Y, lo que creo más distintivo y que le dará carácter definitivo, el paseo amplio y bien ambientado que se desarrolla de forma lateral sobre una superficie de agua larga que recorre el centro longitudinalmente de un extremo a otro. Y que hace el papel de un segundo mol completo de hostelería, terrazas y divertimento, paralelo al principal, y, este si, en un solo nivel. Y dejando muy visible del otro lado del lago a la SE30 y el puente del Centenario, a los que se expone sin ambages y con su mejor fachada. Que anoche lanzaba su mejor imagen, duplicando en la lámina de agua su variada fachada de luces y movimiento. No me cabe casi ninguna duda de que esto que vimos anoche ser inaugurado de forma oficial por todas las Administraciones posibles (¿alguien recuerda una inauguración con tanto político?) se va a convertir en un éxito. La pregunta que me queda esta noche flotando, y a la que deberemos responder en las próximas semanas, después de darle un par de vueltas más, es: ¿Hemos asistido anoche a la inauguración del mejor centro comercial español de los últimos años? Mi tentación, que hoy creo fundada, es pensar que seguramente sí lo va a ser.
Madrid, 11 octubre 2017 Vivimos una época de florecimiento del comercio en el centro de la ciudad. De una indisimulada y permanente mejoría que está experimentando el atractivo de la calle comercial tradicional, del "high street", para, al mismo tiempo, operadores de retail por un lado y para consumidores por otro. En España y por todas partes Está siendo, verdaderamente, un fenómeno de recuperación del centro ciudad, a escala mundial. Impulsado por la determinación con la que los grandes operadores de cadenas de retail están buscando locales en las calles comerciales del centro y con la recuperación del espíritu de calle abierta y atractiva que han conseguido muchas peatonalizaciones y ampliación de aceras, vuelve a ponerse sobre el tapete una realidad que, desde hace ya muchos años se viene hablando: la posibilidad de conseguir hacer de estos ejes comerciales, al menos de los más exitosos, verdaderos centros comerciales. Aunque siempre se ha chocado con la dura realidad de una enorme multiplicidad de propietarios, de la consiguiente falta de control sobre las actividades, y de la dificultad de una gestión común verdaderamente eficaz, esta posibilidad o, mejor, esta oportunidad, está más viva que nunca. No quizás, cierto, para todas las calles comerciales, pero si al menos para las más centrales, atractivas y bien comunicadas. Desde hace ya muchos años, en ocasiones impulsadas por la Administración y con una parte de fondos públicos, se han aplicado modelos físicos de aproximación, con espacios comunes atractivos, a los moles de los centros comerciales: operaciones de peatonalización, mobiliario, señalización, áreas de juegos, etc, han ido en este sentido. Y también se han realizado ya ensayos de una gestión común, con programas conjuntos de animaciones y operaciones de marketing cooperativo. Agrupaciones vivas de comerciantes de estos ejes comerciales también han conseguido en algunos casos, una relativa homogeneidad en horarios, servicios al cliente, etc. Todo ello ha ido configurando una aproximación decidida al modelo de centro comercial.